Cuando hablamos de libros, una de las preguntas más frecuentes, tanto entre padres como educadores e incluso lectores adultos, es: ¿es mejor leer libros con dibujos o solo con texto?
La cuestión parece simple, pero rápidamente se convierte en un debate. Hay quienes defienden que las ilustraciones enriquecen la lectura y ayudan a entender mejor la historia. Otros, en cambio, creen que los libros exclusivamente de texto desarrollan más la imaginación y la capacidad crítica.
A favor de los libros con dibujos: leer también es mirar
Quienes defienden los libros ilustrados no lo hacen solo por cuestiones estéticas. Aseguran que leer también es interpretar imágenes, y que la lectura visual es tan poderosa como la textual.
¿Por qué los libros con dibujos son tan valorados?
- Facilitan la entrada al mundo lector.
Especialmente en niños, las ilustraciones son clave para mantener la atención, generar interés y facilitar la comprensión del contenido. No es casualidad que los primeros libros de nuestra vida estén llenos de colores, formas y personajes ilustrados. - Mejoran la comprensión lectora.
Las imágenes ayudan a descifrar lo que está pasando en la historia, especialmente cuando hay vocabulario complejo. También sirven de apoyo para hacer inferencias y prever lo que puede suceder. - Acompañan la narrativa, no la sustituyen.
En muchos casos, las ilustraciones no repiten lo que dice el texto, sino que lo amplifican. Un buen ilustrador puede sumar capas de significado, humor, ironía o emoción a una escena que ya está escrita. - Hay libros ilustrados para todas las edades.
Pensar que los libros con dibujos son solo para niños es un error común. Hoy en día existen novelas gráficas, cómics, ensayos ilustrados e incluso clásicos reeditados con arte visual para lectores adultos que buscan una experiencia más rica.

A favor de los libros solo con texto: menos es más
Del otro lado están quienes prefieren los libros “puros”, aquellos que se componen exclusivamente de palabras. Para ellos, el texto en solitario es más que suficiente para crear mundos completos y generar un impacto duradero en el lector.
¿Qué ventajas tienen los libros sin ilustraciones?

- Desarrollan la imaginación sin interferencias.
Al no tener imágenes como referencia, el lector tiene que construir en su mente los rostros, paisajes y escenas del relato. Esto refuerza la creatividad y convierte la lectura en una experiencia mucho más personal. - Favorecen la atención y la concentración.
Los libros solo con texto exigen un mayor esfuerzo cognitivo, lo que mejora la memoria, la comprensión profunda y la capacidad de abstracción. Por eso son recomendados para edades más avanzadas. - Permiten mayor libertad de interpretación.
Sin una imagen que condicione lo que se debe ver, el lector tiene la libertad de imaginar lo que quiera. Lo que para uno puede ser una escena trágica, para otro puede tener un matiz más cómico. El texto permite más ambigüedad y matices. - Preparan para textos académicos y profesionales.
Leer libros sin apoyo visual es una excelente preparación para otros formatos como informes, manuales o ensayos, que requieren habilidades de lectura compleja.
¿Y si mezclamos ambos formatos?
Algunos mediadores de lectura consideran que este debate no tiene por qué dividir al lector. De hecho, muchos libros actuales optan por una fórmula intermedia: son textos extensos que incluyen ilustraciones ocasionales, gráficos o incluso elementos visuales decorativos.
Este tipo de libros son ideales para:
- Niños que están en transición entre cuentos ilustrados y novelas.
- Lectores visuales que necesitan apoyo gráfico para comprender mejor.
- Adultos que disfrutan del componente artístico del libro como objeto.
Contraargumentos que vale la pena considerar
Críticas comunes a los libros con dibujos:
- A veces, las imágenes pueden distraer del contenido principal.
- Algunas ediciones sobreilustradas simplifican demasiado la historia, restando profundidad al texto.
- En etapas avanzadas, pueden dar una falsa sensación de comprensión si se ignora el texto.
Críticas comunes a los libros solo con texto:
- No son tan atractivos para lectores visuales o principiantes.
- En contextos donde hay barreras lingüísticas o dificultades lectoras, pueden resultar frustrantes.
- Pueden parecer menos accesibles o “densos”, alejando a ciertos perfiles de lectores.
La edad del lector, un factor clave
Aunque cada persona tiene sus propias preferencias, lo cierto es que la edad influye mucho en la elección entre un libro con o sin dibujos. Este es un resumen general, aunque no absoluto:
- Infancia temprana (0-6 años): los libros deben ser ilustrados, ya que los niños aún no saben leer o están aprendiendo. Las imágenes cumplen una función narrativa fundamental.
- Primaria (6-9 años): lo ideal es combinar ambos tipos, con libros que tengan más texto pero con ilustraciones de apoyo.
- Preadolescencia (9-12 años): cada lector tiene su ritmo. Algunos seguirán disfrutando de libros con imágenes, y otros se sentirán cómodos con novelas sin ilustraciones.
- Adolescencia y adultez: aquí predominan los libros de texto, pero también se valora mucho el arte visual en ediciones especiales o novelas gráficas.

¿Qué dice la neurociencia?
Desde el punto de vista cognitivo, los libros ilustrados activan áreas del cerebro relacionadas con la memoria visual, lo que puede ayudar a recordar mejor lo leído. También mejoran la capacidad de relacionar conceptos abstractos con imágenes concretas.
Sin embargo, la lectura solo textual activa el procesamiento verbal, semántico y lógico, lo cual es fundamental para tareas más complejas como la argumentación, el análisis crítico y la escritura.
Por eso, muchos expertos coinciden en que la combinación de ambos formatos a lo largo del desarrollo lector es lo más recomendable.
Entonces… ¿libros con dibujos o solo con texto?
La respuesta no es una ni cerrada. Dependerá de:
- Quién va a leer.
- Para qué quiere leer.
- Qué tipo de historia se va a contar.
- Qué se espera de la experiencia lectora.
Ambas opciones tienen sus ventajas, y no hay por qué elegir solo una. Lo ideal es adaptar la lectura al lector, no al revés.
Más que elegir entre libros con dibujos o sin ellos, la verdaderamente importante es fomentar la lectura desde la diversidad de formatos. Porque tanto la palabra como la imagen pueden emocionar, educar, entretener y transformar. Mis novelas, en este caso, son sin ilustraciones; pero quién sabe si en un futuro las incluiré.